La escuela en Zona Aislada no debe ser rentable.

Pocas horas después de exponer en el IV Congresso Internacional da EducaÇao Inclusiva los resultados preliminares de nuestra investigación sobre escuelas aisladas de la región de Aysén, junto a la estudiante Denice Appel, nos enteramos del cierre de los cursos de 7mo y 8vo básico de la escuela rural de Puerto Bertrand G-45 en la comuna de Chile Chico; todo el entusiasmo experimentado virtualmente en este encuentro fue sosegado por esta triste noticia. Según los argumentos financieros, es insostenible sustentar los sueldos docentes para enseñar a 2 estudiantes de la localidad, según los argumentos financieros no es rentable mantener una sala de clases extra, según los argumentos financieros… ¿Cuándo entenderemos que la educación no se puede medir a través de cifras económicas y menos aun en localidades en condiciones de aislamiento?

Según los datos de la SUBDERE (2021) el 13% de los asentamientos en el territorio chileno corresponden a localidades en condiciones de aislamiento, siendo nuestra región una de las con mayor porcentaje, 62%; claramente el gasto fiscal en Aysén, y no solo en temas de educación, siempre es mayor, ya que tenemos 102.317 habitantes en 108.494 km2 de montañas, islas, fiordos, lagos, volcanes, entre otros.

No se trata de individualizar esta situación en un alcalde en concreto, esto responde a un problema de modelo: cabe recordar que desde 1981 la administración educacional estatal recae en las municipalidades y el Estado financia a los establecimientos a través de la subvención por estudiantes que asisten a clases; si usamos una calculadora y sumamos a estos dineros, la subvención por estudiantes prioritarios (Ley SEP), de igual forma se nos presenta la escuela rural como un negocio no rentable.

Y es porque una escuela rural en la región de Aysén no debe ser rentable, porque el objetivo de una escuela rural es construir un medio ambiente (Dewey, J. 1946) en el cual el estudiante se predisponga no solo a aprender, sino a desarrollarse como individuo integral que aporte a su comunidad. El espacio de la escuela se transforma en un perímetro que influye a toda la comunidad, desde lo deportivo, científico y social, considerando su estructura como un lugar en el cual se conversa, discute, interactúa y organiza.

Hoy en día existe, a nivel nacional, una política de cerrar o fusionar centros educacionales pequeños sin considerar el desgaste comunitario que esto significa. Que el estudiante deba emigrar a los 11 o 12 años, nos enfrenta a una o un adolescente sin red de apoyo, ni sentimiento de arraigo, y si a esto le agregamos que al lugar que llega corresponde a una ciudad, tenemos a una o un estudiante descontextualizado. Con esto, no me refiero que no deberían salir de sus espacios ni buscar otras oportunidades, si se sienten capacitados para trasladarse a otros lugares por motivos de estudios, deberían hacerlo; pero desde lo institucional y gubernamental se debe facilitar todas las oportunidades y condiciones para que una o un estudiante de temprana edad pueda escolarizarse en un contexto propio, cerca de su familia, de su tierra, de su espacio.

Si analizamos la continuidad de muchos establecimientos desde un prisma financiero, obviamente tendríamos que cerrar a la mayoría, pero en la educación de Zonas Aisladas, lo monetario no tiene que estar en el cuadro de análisis, se deben priorizar otros aspectos, como el impacto en la construcción de comunidad, el desarrollo individual de sus habitantes y la gestación de proyectos innovadores.

 

José Miguel Peiret Villacura.

Docente Pedagogía en Educación Básica.

Campus Patagonia, Universidad Austral de Chile.