Turismo y nueva Constitución

El turismo, en tanto fenómeno integral de múltiples dimensiones, se vincula directamente con el ámbito social, económico, ambiental y cultural de un país. En este sentido, la nueva Constitución que tendrá Chile, entregará el marco jurídico general y superior de lo que somos y de lo que queremos ser como país.

Desde una dimensión social, el turismo se inscribe en el uso del tiempo libre de las personas. El tiempo libre, el ocio, la recreación, son ámbitos relevantes para el bienestar humano. Caminar por un parque, visitar un museo, subir un cerro o visitar un lugar desconocido, permiten disfrutar, descansar, aprender, ejercitar el cuerpo, silenciar la mente, reactivar la creatividad y fortalecer los lazos afectivos y emocionales, entre tantos otros beneficios que contribuyen a la calidad de vida de las personas. El sector del turismo y de la recreación dependen para su realización de los horarios fuera de la jornada laboral, de los fines de semana, de los períodos de vacaciones de verano, de invierno, de los feriados largos. Cabe recordar, por ejemplo, que el derecho a las vacaciones pagadas alcanzado por la clase trabajadora a mediados del siglo veinte, fue un factor decisivo en el crecimiento exponencial del turismo en el mundo.

Desde la dimensión económica, el turismo forma parte de la dinámica productiva de nuestro país, siendo considerado un eje estratégico de desarrollo que es abordado como política pública desde el Ministerio de Economía, Fomento y Turismo. En este sentido, el turismo y los viajes requieren dinero para realizarse, y si los(las) chilenos(as) cuentan con un sueldo “digno”, podrán destinar parte de sus ingresos económicos a realizar viajes y turismo. Esto es aún más relevante en estos tiempos de pandemia, en donde el mercado nacional (chilenos viajando por Chile) y regional (ayseninos viajando por Aysén) constituyen el público objetivo de la política pública de promoción turística del país. Si el mercado nacional cuenta con una buena situación económica, será beneficioso para las regiones receptoras de turistas.

Asimismo, la reducción de las horas de trabajo resulta beneficioso para el turismo. En Chile se trabaja hasta un máximo de 45 horas semanales, según nuestra legislación, mientras que en la gran mayoría de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) se establece una jornada máxima de 40 horas semanales. Si se reduce la jornada laboral, hay mayor tiempo libre, mejora la calidad de vida y, gracias al descanso, la productividad en el trabajo puede aumentar. Así, las personas podrían disponer de más tiempo para ir a un restaurante, hacer deporte al aire libre o en un gimnasio, ir a una cafetería o a un centro cultural, o viajar, con lo que la industrial del ocio y la recreación se verían beneficiadas.

Desde una dimensión ambiental, la naturaleza, en tanto recurso turístico, tendrá un mayor valor en la medida en que esté bien conservada. Asimismo, para realizar actividades turísticas y recreativas en la naturaleza, se requiere acceso público. Tener derecho al acceso por medio de servidumbres de paso, permitiría disfrutar de los atractivos turísticos y recreativos “estratégicos” del país, tales como playas, montañas, ríos, lagos e incluso áreas protegidas.

Finalmente, desde una dimensión cultural, un nuevo Estado plurinacional permitiría entre otros aspectos poner en valor la diversidad cultural del país, rescatar las lenguas y la historia de nuestros pueblos originarios. Un país que reconoce la diversidad de sus pueblos y su capacidad para autogestionarse, fortalece la paz social y hacen del país un destino turístico más seguro y atractivo.

Gabriel Inostroza Villanueva

Doctor en Geografía

Académico Universidad Austral de Chile – Campus Patagonia