Agua Virtual: ¿Cuánta agua hay detrás del producto que quiero?

En nuestro día a día usamos el recurso hídrico de muchas maneras, bebemos agua, la usamos en el mate; también para preparar comidas, limpiar objetos, entre otros. El agua utilizada para estos usos más comunes y evidentes, en general, es extraída de la cuenca donde residimos, pero si miramos a nuestro alrededor observamos que estamos rodeados de productos que se elaboraron en otros lugares, por lo tanto, el agua utilizada para ello, fue extraída desde otras cuencas con diferentes impactos para las poblaciones y ecosistemas asociados.

Es así que el consumo total de agua por cada persona es bastante mayor al que creemos, ya que muchos productos y servicios que consumimos, requieren agua durante el cultivo, el crecimiento, procesamiento, fabricación, transporte y posterior venta. Para lograr visualizar lo anterior, se comenzó a utilizar el término “agua virtual”, acuñado en 1998 por el geógrafo John Anthony Allan. Esta herramienta permite conocer el impacto que tenemos sobre los recursos naturales que incluye toda el agua que se necesita directa e indirectamente, que no es tan evidente, en la elaboración de un producto. Por ejemplo, se calcula que se necesitan alrededor de 8000 litros de agua para producir unos pantalones de jeans. A escala local podemos cuestionarnos cuánta agua es usada en el cultivo, envasado y transporte de paltas, piñas y otros productos alimenticios que vienen de otras regiones y países.

La suma del agua virtual que se utilizó para generar todos los productos y servicios de una actividad económica, persona, país, etc., es denominada “huella hídrica”. Esto incluye el uso del recurso en la producción de comida, procesos industriales, generación de energía, así como la que ensuciamos y contaminamos a través de esos mismos procesos, los servicios ambientales utilizados para estos fines, generalmente, no están valorizados económicamente, y por lo tanto invisibilizados. En nuestro país la huella hídrica por persona al día es de 3200 litros, sin embargo, la distribución del recurso es desigual, no asegura sustentabilidad hídrica, ni se antepone a escenarios cambiantes.

En Chile el problema de disponibilidad del recurso agua es una realidad, viendo casos donde comunidades han perdido el acceso a ésta, llegando a depender de camiones aljibes para poder abastecerse de este recurso y cubrir necesidades tan básicas como son el alimento y la higiene. Las grandes causas del desabastecimiento de agua en algunas regiones de nuestro país están ligadas a producciones silvoagrícolas, industrias y minería, que presentan un consumo de agua enorme, en comparación a lo que requiere una comunidad en un poblado, generando grandes presiones y estrés hídrico. Además, del cambio de uso de suelo, por ejemplo, el cambio de bosque por plantaciones exóticas o suelo agrícola, y por supuesto, el cambio climático que cada vez azota con mayor intensidad a nuestro planeta y en especial a nuestro país.

Es imprescindible utilizar los conceptos antes planteados para la protección de agua y la disminución de impactos en los ecosistemas acuáticos. También debemos ser consientes en torno a la sostenibilidad de nuestros hábitos en el mundo moderno, que nos invita constantemente al sobreconsumo y donde vale la pena preguntarse, ¿cuánta agua hay detrás del producto que quiero pero que no necesito? pues éste puede estar interfiriendo el derecho humano de acceso al agua en otros lugares.

Magdalena Márquez Díaz

Bióloga Marina

Coordinadora Programa de Biorremediación

Campus Patagonia - Universidad Austral de Chile